Aunque los grupos de Facebook, que incluso pueden ser totalmente privados, parece que unen gente con un mismo interés, el entorno no ayuda a centrarse en un único tema. Quizás por este motivo hace ya un tiempo que algunos grupos, como los de nuestros alumnos, se han trasladado a Whatsapp, donde se disfruta de una mayor intimidad, aunque la posibilidad de que un grupo se descontrole con comentarios y material intrascendente está siempre ahí.
Realmente Whatsapp no puede suplir a Facebook en muchas de sus facetas, porque carece de la universalidad de acceso de Facebook. Si nos interesa un grupo de cocina en Facebook basta con usar el buscador para encontrar unas cuantas docenas en pocos segundos. Ésto es imposible de hacer con Whatsapp ya que sólo se puede acceder a los grupos a través de la invitación expresa de su administrador. Así pues Whatsapp ha quedado reducido para grupos muy locales donde todos, o la mayoría, se conocen personalmente. Desde febrero de este año Whatsapp permite tener hasta 256 miembros, lo que viene a suplir una limitación importante.
Aunque muchos profesores ya están utilizando Whatsapp con los alumnos y con sus padres, esta aplicación carece de los más básicos mecanismos de control por parte de su administrador, que no tiene ningún dominio sobre los mensajes que se envían a su grupo. Además, hay una evidente falta de intimidad ya que todos los miembros del grupo conocerán el número de teléfono móvil del resto de participantes, algo nada deseable en una relación como la que se establece en este tipo de grupos de carácter educativo. Ni tan siquiera existe una forma definida de borrar el grupo cuando éste ya no interese.
En 2013 apareció otra aplicación de mensajería, Telegram, a la que más de uno no le auguró un largo recorrido por la omnipresencia de Whatsapp en los móviles de los usuarios, lo que le otorgaba la clara ventaja de estar ya presente. Telegram, sin embargo, ha ido añadiendo una serie de servicios que hacen parecer a Whatsapp como una solución inmadura y la arrincona a las conversaciones familiares.
Algunas características de Telegram que no tienen Whatsapp es que permite el envío de cualquier tipo de archivo (no sólo imágenes, sonido, vídeo y pdfs). Es posible mantener conversaciones secretas de las que no queda huella ya que los mensajes son suprimidos, tanto por parte del usuario como de los servidores de Telegram. No es necesario proporcionar el número del teléfono móvil. Telegram admite el uso de sobrenombres (por ejemplo, el mio es @jjdeharo) por lo que no es necesario suministrar este dato de carácter tan personal. Sólo esto último ya debería hacernos pensar en esta aplicación para usos educativos.
Supergrupo público de música @musiklegends donde se envían canciones |
No hace falta decir mucho más: disponemos de una aplicación que mantiene la intimidad de todos sus usuarios al no requerir su número de móvil, permite el envío de cualquier tipo de archivo, su uso a través de móvil o de página web y la moderación de mensajes. La idoneidad para la función educativa es clara.
Además los supergrupos pueden ser convertidos en supergrupos públicos de forma que basta con saber su nombre para encontrarlos usando el buscador de la aplicación, Telegram proporciona también una dirección web para que nuestro grupo sea fácilmente encontrado. Por ejemplo, aquí tenemos la dirección de un supergrupo público para conversar sobre la aplicación TiddlyWiki.
Canal de noticias de Telegram |
Como conclusión podemos decir que por primera vez una aplicación generalista de chat permite su uso, con las garantías necesarias, para el mundo educativo. Además, a distintos niveles: comunicación entre alumnos, claustro de profesores, profesor-clase, tutoría-alumnos, centro educativo-familias, etc.
En otro artículo hablaremos de situaciones educativas concretas donde usar Telegram, así como la forma de crear los diferentes grupos de usuarios.